La familia permanece.
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José
Manuel
José Manuel se levanta todas las mañanas cuando el Sol rompe
la oscuridad de la noche y da paso al día. Lo primero que hace es despertar a
su hija con un beso en la frente, cosa que hacía la madre de la niña antes de
tener que emigrar a Alemania en busca de un trabajo que en España no tenía. Han
pasado dos años desde que la mujer de José Manuel partió hacia Alemania y
mientras viste a su hija este hombre nos cuenta que a su mujer le va bastante
bien, que con el dinero que les manda pueden seguir pagando la hipoteca de su
casa y las facturas, “pero la comida es otro tema” dice con resignación
mientras termina de atarle los cordones a su hija.
Salen de casa y la primera parada es la casa de los abuelos, donde la niña se queda hasta que es hora de entrar al colegio. Sus padres le ayudan en todo lo que pueden “pero ya son mayores y cada vez les cuesta más ocuparse de una niña tan pequeña”. Mientras tanto José Manuel pasará toda la mañana entregando currículos en todos los establecimientos que encuentre, “hago esto todas las mañanas desde hace un año y todavía no me han llamado para una sola entrevista”; una vez que acaba de repartir los currículos y 8 paradas de metro más tarde, se dirige a una asociación que reparte alimentos una vez a la semana, “vengo aquí porque tengo la certeza de que no me voy a encontrar a nadie que conozca, a nadie le gusta pedir pero tengo una hija a la que alimentar”.
Después de hacer una cola interminable por fin le llega su turno y sale de allí con las manos vacías porque parece que hacer cola durante 3 horas no es suficiente para entrar de los primeros y conseguir algo de alimento. Aun que parece que va a llorar en cualquier momento, José Manuel sonríe con tristeza y con una mueca que intenta disimular su apatía me dice que hoy no ha habido suerte y que habrá que cruzar de nuevo la ciudad para hacer cola en otro lugar. Durante nuestro regreso en metro el silencio entre nosotros es atronador. Cuando bajamos en nuestro nuevo destino José Manuel me cuenta que está pensando en irse a Alemania porque no aguanta más esta situación ni la distancia que le separa de su mujer. Después de conseguir los alimentos, vuelve a casa y habla con su mujer, esta vez sí que rompe a llorar y le dice con un hilo de voz que la quiere y que definitivamente lo tienen que dejar todo en España y empezar una nueva vida en otro país.
Salen de casa y la primera parada es la casa de los abuelos, donde la niña se queda hasta que es hora de entrar al colegio. Sus padres le ayudan en todo lo que pueden “pero ya son mayores y cada vez les cuesta más ocuparse de una niña tan pequeña”. Mientras tanto José Manuel pasará toda la mañana entregando currículos en todos los establecimientos que encuentre, “hago esto todas las mañanas desde hace un año y todavía no me han llamado para una sola entrevista”; una vez que acaba de repartir los currículos y 8 paradas de metro más tarde, se dirige a una asociación que reparte alimentos una vez a la semana, “vengo aquí porque tengo la certeza de que no me voy a encontrar a nadie que conozca, a nadie le gusta pedir pero tengo una hija a la que alimentar”.
Después de hacer una cola interminable por fin le llega su turno y sale de allí con las manos vacías porque parece que hacer cola durante 3 horas no es suficiente para entrar de los primeros y conseguir algo de alimento. Aun que parece que va a llorar en cualquier momento, José Manuel sonríe con tristeza y con una mueca que intenta disimular su apatía me dice que hoy no ha habido suerte y que habrá que cruzar de nuevo la ciudad para hacer cola en otro lugar. Durante nuestro regreso en metro el silencio entre nosotros es atronador. Cuando bajamos en nuestro nuevo destino José Manuel me cuenta que está pensando en irse a Alemania porque no aguanta más esta situación ni la distancia que le separa de su mujer. Después de conseguir los alimentos, vuelve a casa y habla con su mujer, esta vez sí que rompe a llorar y le dice con un hilo de voz que la quiere y que definitivamente lo tienen que dejar todo en España y empezar una nueva vida en otro país.
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Lucía
Esta mujer
coraje madre de dos niños, pasó de tener un trabajo en la banca a tener que
pegar una patada a la puerta de una casa abandonada para poder darle un techo a
sus hijos. Lleva 3 años siendo okupa y viviendo de lo que consigue en
asociaciones que la ayudan dándole ropa, alimentos y material escolar para sus
hijos. Es hija única y sus padres murieron hace unos años. Su marido era
alcohólico y lleva sin saber nada de él desde que se separaron. Teme por sus
hijos porque siempre le preguntan si esa va a ser su casa, la de verdad. Lucía
okupa una casa cada 6 meses, “no quiero que mis hijos vivan así pero no tengo
otra opción”. No ha parado de buscar trabajo en estos 3 años que lleva desempleada
y aun que su currículo es brillante y sabe tres idiomas a parte de su lengua
materna, lo único que ha encontrado han sido trabajos temporales que le han
permitido al menos pasar un par de meses sin tener que recurrir a la
beneficencia. Dice que hace años que no duerme más de 2 horas seguidas porque
tiene miedo de que en cualquier momento le quiten a sus hijos. Pero esta mujer
no se da por vencida y afirma que seguirá luchando por darles a sus hijos la
vida y el futuro que se merecen.
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Jesús
A los 18
años hizo la maleta y se fue a Inglaterra buscando su sitio. Desde entonces ha
cambiado de país y trabajo casi cada 2 años. Hoy tiene 33 años, trabaja en un
puesto de responsabilidad en una empresa de pagos y fraudes por internet y
puede decir que nunca le han regalado nada. Empezó su andadura a los 18 años
cuando por primera vez salió de España rumbo a Inglaterra y comenzó a trabajar
en una residencia de ancianos. Lo que más le gustaba de ese trabajo era
conversar con las personas mayores y escuchar sus grandes historias, gracias a
esta experiencia aprendió inglés y pudo empezar a buscar otros trabajos.
Después de 3 meses en busca de un nuevo empleo, comenzó a trabajar en una
empresa de reparto donde conoció hasta el último rincón de la ciudad de Londres.
Más tarde creó una empresa de guías turísticos con sus amigos y comenzó a hacer
tours por la ciudad a un módico precio. Poco a poco la empresa fue creciendo y
una gran empresa se interesó por el proyecto de estos jóvenes, así que
vendieron la empresa y Jesús consiguió un puesto en el departamento de
marketing y relaciones públicas de la empresa. Comenzó así a interesarse por
las finanzas y el mundo empresarial y comenzó a realizar cursos para formarse.
La empresa lo destinó a lugares como: Malta, Gibraltar, Escocia, Holanda…
Durante este tiempo su único objetivo era volver a España con su familia. Cosa
que a sus 31 años casi consigue cuando lo destinaron a Barcelona, pero por
cosas de la crisis la empresa prescindió de él y a sus 33 años se ha visto de nuevo
con una maleta emprendiendo un nuevo comienzo en Tailandia.
Lo único que
quiere ahora es encontrar estabilidad y formar una familia, aun que sabe que
con su trabajo es difícil. No pierde la esperanza de volver algún día a su país
con su familia que siempre le ha apoyado en todos sus proyectos y de la que
esta tan orgulloso. "Nunca he perdido la esperanza de volver a estar junto a mi
familia. El día que lo consiga mi vida volverá a estar completa"
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Peter
y Carlos
Esta pareja que lleva casada 4 años tienen un objetivo y es
tener su primer hijo. Peter es holandés y Carlos español. Se conocieron cuando
Carlos viajó a Ámsterdam para asistir a una conferencia y desde entonces no se
han separado. Los inicios fueron difíciles porque la familia de Carlos no aceptaba
la condición sexual de su hijo pero “cuando conocieron a Peter entendieron que
era lo que me hacía feliz “. La boda se celebró en la capital holandesa y
después de muchos tira y afloja los padres de Carlos asistieron a la boda.
Desde ese momento la relación con su yerno fue cada vez mejor y los padres de
Carlos se convirtieron en sus máximos defensores. Pero los problemas empezaron
de nuevo cuando la pareja decidió tener un hijo.
Al final se decidieron por viajar a EE.UU y contratar un
vientre de alquiler, “estábamos llenos de dudas y teníamos miedo pero optamos
por esta opción porque muchos de nuestros amigos ya lo había hecho y nos
aseguraron que era la mejor opción”. El dinero también era un problema porque
estos procedimientos suelen ser muy costosos. “Hay que pagar a la agencia que
busca a las mujeres que alquilan su vientre, pagar a la mujer y pagar todos los
gastos médicos que el proceso conlleva y esto último es casi lo más costoso
porque la sanidad en EE.UU es privada”. Después de un año de búsqueda y papeleo
consiguieron dar con la mujer que gestará el hijo de la pareja. “La familia de
Peter nos está ayudando mucho, tanto moral como económicamente”. Han pasado ya
7 meses desde que se mudaron a EE.UU y cerraron
el trato con la agencia y la mujer que gestará a su futuro hijo. Están
impacientes y nerviosos a partes iguales porque esperan que todo salga bien y
no haya ningún problema con el bebé. Después de que nazca el bebé tendrán que
adoptarlo y después podrán volver a España con su hijo. Carlos tiene la
esperanza de que una vez vean a su nieto, sus padres cambien de parecer igual
que lo hicieron con Peter. “Quiero que mi familia vuelva a apoyarme como ya lo
hizo una vez y si la cosa sale bien en un par de años podremos darle un
hermanito a nuestro hijo” nos dice con una gran sonrisa en la cara mientras
Peter habla con sus padres por teléfono y le cuenta que todo va bien.
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Mª
Carmen y Juan
Mª del
Carmen divorciada y con tres hijos y Juan divorciado y con dos hijos se
conocieron a través de una página de citas por internet. Comenzaron su relación
6 años atrás y hace 1 año que se fueron a vivir juntos. Los dos tienen la
custodia completa de sus hijos y una vez se fueron a vivir juntos se
convirtieron en familia numerosa. Tal y como nos cuentan los inicios fueron
duros, “llevábamos a nuestros respectivos hijos a jugar juntos al parque para
que se conociesen y sufríamos porque no queríamos que se llevasen mal”. Gracias
a la constancia de esta pareja sus hijos comenzaron a aceptarse mutuamente y
hoy en día viven todos en la misma casa, comparten habitación y como afirma
Juan con una sonrisa de oreja a oreja “tienen una relación de hermanos muy fuerte.
Tienen sus encontronazos pero como buenos hermanos enseguida se arreglan”. La
vida para esta pareja ha cambiado mucho en el último año. Mª del Carmen nos
confiesa que “cuando me separé no pensaba en tener otra relación, de hecho
estuve 2 años sin tener ninguna relación con los hombres porque había tenido
una mala experiencia con mi ex marido pero cuando conocí a Juan quise volver a
enamorarme y así fue”. Hoy viven como una
familia más en un barrio humilde de Madrid y afirman que les encanta su
familia y que no podrían ser más felices.