“El progreso de la desconexión”
Vivimos en una sociedad completamente
conectada, en la que con un solo clic se puede encontrar a un familiar con el
que no se ha tenido relación en muchos años o simplemente no se sabía de su existencia
y a base de enlaces se ha conseguido dar con él. Pero una vez que se encuentra
a esa persona, ¿qué? Lo normal es añadirla a una lista de amigos interminable
de los cuales no conoces ni una quinta parte de sus vidas y que pase a
convertirse en alguien que te presentaron una noche en un bar o quizá en
alguien que veías todos los días en tu cafetería habitual y que por cosas del
GPS conseguiste añadir a tu lista de donnadies, o aún mejor, pasará a ser
alguien que tiene que ver algo con tu familia pero que realmente te da igual. Llegará
un punto en el que se sabrá que esa persona siempre fue y será una desconocida.
Hoy, más que nunca, tenemos la
posibilidad de estar en contacto permanente con nuestros seres queridos, pero
por alguna razón, toda esta tecnología nos ha ido haciendo cada vez más duros y
vacios, provocando una pérdida de valores familiares que antes eran
imprescindibles.
Lo que se está consiguiendo es que la
sociedad pierda su inteligencia emocional y esto puede desembocar en una
pérdida de empatía.
En cuanto al tema familia, qué queda
ya de ellas cuando en la mesa se colocan antes los móviles que los cubiertos;
si en la mayoría de los comedores o cocinas de este país hay una televisión que
anula por completo la conversación durante el desayuno, la comida o la cena.
Cómo no se va a escuchar a padres preocupados porque no saben nada de sus
hijos, porque no les cuentan nada, porque están todo el día en su habitación…
Si a los niños se les equipa la habitación con todo tipo de tecnología para que
se “entretengan” es normal que no salgan de su cuarto, pero ahí es donde entra
la responsabilidad de los padres, la tecnología puede ser buena pero con
límites. Es bueno que un niño tenga un móvil para poder localizarlo, pero no es
normal que tenga un Smartphone completamente equipado con internet y demás
extras a partir de los 11 años.
Aunque la tecnología no sea mala por
sí sola, no hay que olvidar que se puede hacer un mal uso de ella, de ahí que
la red esté llena de videos que reflejan agresiones escolares. Es por eso que
las familias más que nunca deben tener una comunicación abierta y basada en la
confianza para evitar este tipo de situaciones. Los padres deben estar atentos
de sus hijos para poder apreciar cualquier cambio de actitud que puedas sufrir
y no estar atentos de la serie que van a estrenar en la televisión que parece
que tiene muy buenas críticas en otros países donde ya se ha estrenado.
Lo que hay que hacer es dejarse de
tanta red social y volver a ser sociales, volver a hablar en la parada del
autobús, preguntar por una dirección a otra persona y dejar el GPS, volver a
debatir en los bares y dejar los grupos de whatsapp, porque como dijo Charles
Chaplin “hemos empezado a pensar pero
hemos dejado de sentir”.